Tras darse cuenta de que niñas y niños se peleaban en el patio de su escuela, Alexandra (12) y Johan (11), del Liceo Valle de Lluta de San Bernardo, propusieron una solución. Acá la historia de “Recreos sin Peleas”.
Uno de los síntomas que los hizo sentir que “algo había que hacer” en su escuela era la gran cantidad de peleas que había durante el recreo. Y también, que muchos de los estudiantes que terminaban involucrados en los conflictos eran niñas y niños que en los recreos estaban solos. Entonces a Alexandra (12) y Johan (11), estudiantes de 7º y 6º básico del Liceo Valle de Lluta, de la comuna de San Bernardo, se les ocurrió una solución innovadora: equipar el patio del colegio con juegos sensoriales, experienciales, no tradicionales, que no hicieran competir a las niñas y niños por los espacios comunes. Así, pensaban, lograrían evitar que se desencadenaran peleas físicas y verbales.
“Tratamos de que se nos ocurriera algo para ayudar a que no hubiera tanta pelea y que (las niñas y niños) no llegaran tristes a sus casas”, comenta Alexandra. “Con Johan les preguntamos a algunos de ellos qué juegos querían que pusiéramos”. Entonces, aterrizaron su plan y llamaron a su proyecto “Recreos sin peleas”. El paso siguiente fue proponérselo a la encargada de convivencia del liceo, Viviana Cayún.
Viviana, por su parte, estaba al tanto de que en San Bernardo había un programa llamado Territorio Común, financiado por una alianza de fundaciones donantes –Colunga, Avina, Mustakis, Olivo y Fibra– que tenía abierto un fondo concursable que calzaba con el proyecto de Alexandra y Johan: su foco era financiar proyectos que propusieran soluciones innovadoras a problemas propios de una comunidad, que fueran diseñados por personas de esas mismas localidades y que aportaran a fortalecer el tejido social. Alexandra y Johan, con ayuda de Viviana, postularon y ganaron.
Así, lograron financiar una serie de juegos que hoy ocupan el patio del Liceo Valle de Lluta. Entre ellos, un tablero que sobre su superficie tiene un laberinto de madera por donde echan a andar una pelota. Para que esta logre recorrer desde un extremo al otro, varios deben sostener el tablero al mismo tiempo y coordinarse: así, practican el compañerismo.
“Ahora toca el recreo, todos los niños salen corriendo a esta zona (de juegos)”, comenta Johan. “Me siento muy contento porque la verdad este proyecto ayuda mucho a los niños. Ya casi no he visto peleas, y ahora se llevan súper bien. Muchos se han hecho amigos”.
“Los resultados obtenidos hasta ahora son notables”, afirma Viviana Cayún, encargada de convivencia escolar del liceo. “Ahora, los niños y niñas no solo se entretienen más, sino que también hemos observado una reducción significativa en los conflictos de convivencia. La socialización ha florecido, contribuyendo así a un entorno escolar más positivo y enriquecedor. Este proyecto no solo mejora los recreos, sino que también deja una huella positiva en la cultura escolar”, sostiene.
Te invitamos a conocer la historia completa a través de sus protagonistas.