Verónica Cabezas, directora ejecutiva de Elige Educar, es parte de la Comunidad de Liderazgo Colunga. En esta entrevista reflexiona sobre su rol de liderazgo, su experiencia internacional y su convicción de que el primer paso hacia una sociedad más equitativa es garantizar una educación de calidad desde la primera infancia.
Con una visión que trasciende su área de expertise, Verónica Cabezas, directora ejecutiva de Elige Educar, considera fundamental abrirse a nuevos enfoques para enfrentar los desafíos actuales de Chile. La ingeniera civil, quien además es académica y miembro del Consejo de Ciencia, Conocimiento, Tecnología e Innovación, ha dedicado su carrera a promover una educación más equitativa y de calidad. Y en ese camino, destaca que el liderazgo no es necesariamente innato, sino una habilidad que se puede desarrollar.
Los cargos de liderazgo se pueden aprender. No es que se nazca con una varita mágica. Sí, hay personas más carismáticas o con mejores habilidades comunicacionales, quizás más sensibles, que tienen una historia movilizadora. Pero las habilidades de gestión o movilización de personas y recursos, se pueden aprender un 70%
A lo largo de su trayectoria, Verónica ha colaborado con importantes organizaciones internacionales como el BID y el PNUD, posicionándose como una de las 100 Mujeres Líderes de Chile en 2010 y 2015. Hoy, al frente de Elige Educar, una iniciativa público-privada que opera bajo el alero del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica, Verónica lidera un esfuerzo clave para mejorar la educación en Chile. Con el apoyo del Ministerio de Educación y de socios privados comprometidos con la causa, Elige Educar trabaja para que todos los niños y niñas del país tengan acceso a grandes profesores y educadores de párvulos, con el objetivo de transformar el sistema educativo desde la base y garantizar una educación de calidad para todos.
Integrante de la primera Comunidad de Liderazgo Colunga, a fines de septiembre participó en la pasantía internacional Leadership for the 21st Century que dicta la Universidad de Harvard, como parte del programa de Colunga. Esta experiencia, dice, le permitió ver que los desafíos que enfrentaba en su rol de liderazgo no eran solo suyos, sino que eran compartidos por sus compañeros de todas partes del mundo.
Acceder a una educación de calidad en la primera infancia, podría ayudar muchísimo a contrarrestar cualquier desigualdad sociocultural que venga desde la familia
Durante la pasantía, ¿qué viste o aprendiste que es de valor para ti y para Chile?
–Para mí, en lo personal, diría que muchas cosas. Habilidades de liderazgo, gestión institucional en temas de desafíos en movilización de personas y problemáticas país, donde hay que entender el ecosistema de una manera micro, que es mi organización, o más macro, que es el país. Entender actores clave, las pérdidas, las ganancias, cómo sumar a otro a mi problema para no estar solo. Sumarlo como un elemento de análisis estratégico para poder movilizar de forma más efectiva, ya sea en la mejora en la institución, de una gestión personal del ‘uno a uno’, o una problemática mayor.
Desde el fortalecimiento de la educación, a través de la formación y transformación de educadores y educadoras, ¿cómo ves al Chile de hoy y dónde necesitamos crecer?
–Creo que tenemos que salirnos de nuestra área de expertise para poder hacer un aporte más sustantivo a los desafíos actuales. Son varias cosas. Primero, hay una inequidad estructural en el país, y por eso opto por trabajar en educación desde mis orígenes profesionales. Tengo la creencia genuina de que profesores transformadores realmente pueden cambiar tu experiencia de vida y abrirte nuevas oportunidades. Claro, no estamos yendo a la base de esa inequidad estructural, pero sí estamos dando la oportunidad de poder salir de eso espacios, optar por nuevas oportunidades, verse de forma distinta, tener alta expectativa de futuro y tener también la información necesaria para poder poder optar en el futuro en forma más libre a las opciones que uno quiera. Eso es un tema que a mí realmente me quita mucho el sueño.
Segundo, los desafíos de género, a pesar de que mucha gente cree que ya están resueltos, son un tema que nos cruza mucho.
Y por último, falta tener una sociedad que sea realmente capaz de dialogar y de generar acuerdos. Que este grupo de líderes, y los futuros que se vayan a sumar, aporten en incidencia, políticas públicas. La sociedad civil en general, juntas de vecinos, apoderados, todo lo que es la sociedad civil, desde la más chiquitita a la más grande, creo que pueden cumplir un rol muy importante y debiesen de facilitar esos espacios de generación de diálogo que actualmente no existen. Esos son los temas que me movilizan en lo personal y creo que son bastante urgentes.
¿Cómo ves estos los desafíos en torno a las necesidades de la niñez? ¿Qué rol debería cumplir la sociedad civil para abordarlos?
–Si tengo que jugármela por una, es la educación en la primera infancia. Que todos los niños y niñas puedan tener educación de calidad desde la primera infancia, que es donde se juegan el primer desafío para tener la base del desarrollo de competencias emocionales que muchas veces se dan en la casa, pero efectivamente cuando hay mucha pobreza y vulnerabilidad, la educación inicial de calidad, te puede ayudar a equiparar esa cancha desigual. Si se puede acceder a una educación de calidad, podría ayudar muchísimo a contrarrestar cualquier desigualdad sociocultural que venga desde la familia. Más que abocarnos a grandes causas que nos quedan un poco lejos a algunos, la infancia me parece una invitación muy importante, urgente que todos podemos aportar.
¿Cuáles son los principales desafíos que ves tú en tu área desde el punto de vista del liderazgo?
–Una de las cosas que me he dado cuenta es que los desafíos de liderazgo, al parecer no eran solo míos. Es más, el problema era de los otros 80 compañeros míos de la pasantía, que venían de todos los países del mundo. Teníamos más o menos los mismos desafíos, desde temas de cómo reconocer con claridad el propósito, cómo conectar y transmitirlo al equipo, hasta las presiones que tenemos, las conversaciones difíciles, la necesidad de herramientas que te pueden ayudar a tenerlas, el rol de liderazgo versus la autoridad. Son temas transversales de aquí a Nigeria.
Me di cuenta que, en realidad, no era tan híper especial con mis problemas. Y diría que eso me pareció espectacular. Al terminar el curso quedé con una sensación de nostalgia, de sentirse así con varias personas que te comprenden, que te acompañan, que no te ven como un loco. Y además entender que finalmente detrás de todas estas personas, probablemente existen los mismos desafíos que tú tienes en tu trabajo. A distintas escalas, pero son los mismos. Llevado a otros desafíos, pero es la misma historia. Es un desafío del liderazgo que tenemos como humanidad con todas sus vulnerabilidades.
¿Cómo ha sido para ti, personalmente, tu camino al liderazgo?
–A mí me gusta la idea de ir desarrollando algunas habilidades de liderazgo que permitan ser un poco más efectivo el liderar personas. En vez de tener un camino cuesta arriba, ir tomando uno un poquito más derecho, con más claridad, con un poco más de facilidad, para poder subirse al balcón, paralizar el desafío y entender el error.
En ese sentido, me ha parecido positivo ir adquiriendo esta habilidad, herramienta, como lo queramos llamar, que permite avanzar con mayor confianza y más efectividad. Eso también te da más seguridad en lo que se está haciendo. Y creo que tu equipo también ve el cambio. Cambios pequeños o medianos, pero son todos súper felices cuando se transmite rápidamente la organización.
¿Cuando te diste cuenta tú que otras personas te veían como una líder?
–Puede sonar un poco soberbio, pero desde el colegio ya era algo líder. Yo me paraba delante de la asamblea y leía lecturas de Anthony de Mello. Nadie más lo hacía, yo creía que era algo importante, porque a mí me había transformado, y creía necesario que otros tuvieran la experiencia de recibir ese mensaje y reflexionar. Y yo no tenía temor de pararme al frente.
Este rol se materializa con un poco más de claridad en la universidad. Efectivamente en cargos de centro de alumnos, liderando escuelas de verano, de invierno. Pero diría que se cristaliza, cuando otros te van contando distintas historias. ‘Oye yo estoy aquí gracias gracias a ti’, o ‘alguna vez tú me dijiste esto que me marcó’. Y la híper cristalización del liderazgo tiene que ver con el trabajo uno a uno. En mi caso, soy profesora, entonces me he encontrado con alumnos que me dicen ‘profesora, usted no se acuerda de mí, pero gracias a su curso pasó esto o lo otro’. Una forma distinta de ejercer liderazgo es la docencia.
¿Ha sido difícil asumir o aceptar el rol de líder?
–De repente uno ve que eres un role model para generaciones más jóvenes, y uno no se da ni cuenta. No sé cómo lo hacen, pero te están observando de alguna forma. No sé si en los espacios que habitas, algún posteo en redes sociales o los temas que estás siguiendo, pero ves que otros saben de eso y lo están siguiendo y no es porque quieren seguir una moda, sino que quieren aprender o te admiran por algo específico. Ahí uno dice chuta, ya esta cuestión, se me fue de las manos. Es un camino lento, y que en algún minuto lo he evitado en una escala mínima, porque no soy una ‘influencer’, digamos, que aparece todos los días en el diario.
Casi al cierre del programa, ¿cuáles son tus principales reflexiones o aprendizajes del proceso?
–Este año ha sido muy distinto a mi año pasado. Y por mí, tendría esto toda mi vida. Yo sé que no se puede, pero así de fuerte es el peso que ha tenido. Sentirse parte de una comunidad que comparte tus dolores, tu propósito, a la vez también no te juzga, te ayudan, te permiten crecer, incluso a ganar también en autoconfianza, sentirse en esta compañía. Más allá del contenido, el intercambio entre pares es muy potente. Yo soy ingeniería de formación, pero el intercambio entre pares, mediado por un grupo con experiencia, maximiza aún más el resultado. Esto, más la oportunidad de aprender de personas con más experiencia que tú liderando, es muy potente.